domingo, 20 de octubre de 2013

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Por donde empezar...quizás por el principio,
Hay un lugar al que va la gente buena ese lugar cae lejos de mi alcance pues elegí el peor día para no pensar lo que dije y perdí a una persona persona demasiado importante, le chille y le hable tan mal que no he podido pronunciar ninguna de esas palabras desde entonces. Y nadie puede ni tan siquiera imaginar cual grande es mi pesar y mi cruz en la que perezco día y noche sollozando su perdón, porque no me han enseñado a vivir sin ti y los que creen que pueden es porque no te conocieron ni sabían de tu don.
Esta cruz tallada en madera con peso de plomo que no me deja vivir y que ansía tu perdón cada día es más grande y yo más pequeña y no puedo evitar perecer en este valle de lágrimas.
Nadie puede imaginar, ni ser imaginado, el martillo que lleva golpeándome desde hace ocho años pues nadie podría vivir tras perder a tan grande persona después de tan estúpida disputa, pues si algo aprendes es que algo que parece grande es insignificante y que lo verdaderamente importante era su compañía.
No merezco estar bajo este cielo si ti, mis manos  no merecen ser sujetadas  y mi corazón triste desamparado no merece amor, esta eternamente castigado a vagar hasta encontrar tu perdón y pobre y desdichado de aquel que pretenda amar a tan ruin engendro pues no merece perdón alguno.
Ni siquiera morir merece por muy deseada manzana sea  pues sería librarle de su pecado, estar condenada a la soledad sin encontrar el perdón pues no existe para ella y soportar sobre su cuerpo alta columna de marfil a la que Zeus añade más peso.

sábado, 19 de octubre de 2013

Miedo

Quizás, tal vez solo, en una cierta ciudad perdida en ninguna parte de ningún mundo  haya un hombre que sujetándole  la mano consiga agarrar ese corazón aún empapado de aguas profundas por aquella ultima riña, quizás y solo tal vez ese gran hombre al abrir la boca , de ella salga un nuevo cielo para por la noche alumbrarla con sus estrellas infinitas y ella perdida  y tan sola pueda guiarse por ellas.
Cuando esa canción que ya no suena, acallada por el llanto porque tiene miedo; cuando esa dulce melodía resurja de sus labios cual sonrisa iluminando ese gran cielo; cuando sus dedos vuelvan a rozar suavemente aquel polvoriento piano...Tal vez ya no sienta miedo.
Aquel gran hombre, y por grande me refiero a su alma y a su corazón noble, aquel gran hombre que le recuerde  como es amar sin miedo pues el engaño jamás llamará a su puerta y su noble corazón jamás la defraude.
No volverá a temblar pues no volverá a sentir temor alguno.
Quizás mientras tú lees esto ese gran hombre haya viajado desde ningún lugar y le haya tendido su mano y ¿Quién renunciaría a ser feliz por siempre?

martes, 8 de octubre de 2013

Carta a mi pueblo





El reflejo de la luna es la misma luna