El viento arreciaba sobre un paso seguro entre las lomas pobladas de arboles. La noche traía con ella olores a tierra húmeda. Pronto llovería, y la temperatura iba bajando hora a hora.Al doblar la colina, se encontraba un paso custodiado por dos guardias. Vestían con lustrosa armadura de placas, portando espadas al cinto y lanzas. Al ver al extranjero, cruzaron lanzas, y uno de ellos hablo:
-Alto, ¿quien va en esta fría y oscura noche?
Pregunto altanero al extraño que se acercaba. Este era alto, y llevaba un manto con capucha que ocultaba su rostro, aunque bajo este, se veía un pelo largo y oscuro, como la noche. Por debajo de el manto, se entreveía una complexión fuerte, imponente.El bulto de una espada se dejaba adivinar entre los pliegos del manto.
+Solo un hombre que busca un techo y un poco de cerveza fría. Os pido que me dejéis pasar pues.+ Contestó él.
-Y que os trae hasta aquí, si puede saberse, en esta triste noche, en la que ni hombre ni animal, debería vagar?
+Solo soy un hombre sin tierra ni hogar, que desea el olvido, nada mas. Os lo pido, dejadme pasar.
Los guardias se tensaron, pues la desconfianza en el tono de voz del hombre, no dejaba lugar a dudas, de que ese extraño, era más de lo que aparentaba, pero aun así, no podían dejarlo pasar así como así.
-¿Solo eso? Mi señor, si de verdad queréis pasar, desembuchad. Que os trae aquí, hablad!
+Guardián del camino, solo busco pasar, como ya he dicho, no soy nadie, solo un hombre, que busca el olvido, o al menos algún sitio donde descansar, al fin en paz.
-Vuestra historia, parece prometer, y creedme, os dejaría libre el paso, pero, como sabréis todo tiene un precio...- Dijo sutilmente mientras dirigía miradas de soslayo a su compañero, esperando que la amenaza hubiese surtido efecto.
+Mis historia no importa, mas si lo que pretendéis es achantarme, no os lo recomiendo, is queréis mi bolsa, venid a por ella.-
Y con un movimiento de brazo, rápido como una centella, se desprendió el manto. El asombro apareció en la cara de los guardias. Ante ellos se erguía un hombre alto como los cielos. De cabellos como el azabache. Ancho como un roble. Mandíbula gruesa, manos grandes como zarpas de oso y piernas como columnas. Una cota de placas, le cubría el pecho, dejando al descubierto sus brazos bronceados, tatuados y surcados de cicatrices. Mirada huraña y oscura.portaba una bella espada en el cinto y su mano izquierda ya sujetaba la empuñadura.
Victor Jesus Tejeiro Saenz
+Solo soy un hombre sin tierra ni hogar, que desea el olvido, nada mas. Os lo pido, dejadme pasar.
Los guardias se tensaron, pues la desconfianza en el tono de voz del hombre, no dejaba lugar a dudas, de que ese extraño, era más de lo que aparentaba, pero aun así, no podían dejarlo pasar así como así.
-¿Solo eso? Mi señor, si de verdad queréis pasar, desembuchad. Que os trae aquí, hablad!
+Guardián del camino, solo busco pasar, como ya he dicho, no soy nadie, solo un hombre, que busca el olvido, o al menos algún sitio donde descansar, al fin en paz.
-Vuestra historia, parece prometer, y creedme, os dejaría libre el paso, pero, como sabréis todo tiene un precio...- Dijo sutilmente mientras dirigía miradas de soslayo a su compañero, esperando que la amenaza hubiese surtido efecto.
+Mis historia no importa, mas si lo que pretendéis es achantarme, no os lo recomiendo, is queréis mi bolsa, venid a por ella.-
Y con un movimiento de brazo, rápido como una centella, se desprendió el manto. El asombro apareció en la cara de los guardias. Ante ellos se erguía un hombre alto como los cielos. De cabellos como el azabache. Ancho como un roble. Mandíbula gruesa, manos grandes como zarpas de oso y piernas como columnas. Una cota de placas, le cubría el pecho, dejando al descubierto sus brazos bronceados, tatuados y surcados de cicatrices. Mirada huraña y oscura.portaba una bella espada en el cinto y su mano izquierda ya sujetaba la empuñadura.
Victor Jesus Tejeiro Saenz
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